Jesús vino a esta tierra para perdonar nuestro pecado.
Derramando su sangre en la cruz, murió y resucitó para rescatarnos de nuestro pecado.
Al momento de resucitar, nos dijo que ya habíamos sido justificados.
Si antes de que Jesús fuese crucificado en la cruz, éramos pecadores, y después de que Jesús fue crucificado continuamos siendo pecadores, no tendría ningún sentido la crucifixión, Jesus no habría sido crucificado en la cruz.
«El cual fue entregado por nuestros transgresiones, y resucitado para nuestra justificación».
(Romanos 4:25)